Desde que uno lo ve a lo lejos, adivina que el palacio de la Pena es un lugar especial. Es como un enorme y colorido pastel sobre las montañas, con una dulce historia de amor en torno a su construcción.
Parte de la estructura se construyó en el siglo XVI, y por más de un siglo sirvió como monasterio para frailes jerónimos. El terreno para llegar era tan escabroso y el monasterio estaba tan apartado que se le consideraba prácticamente inaccesible, lo que lo hacía perfecto para los frailes que querían apartarse del mundo.
Cuando el monasterio quedó en ruinas tras el violento terremoto del 1755, el rey Fernando II compró las ruinas y decidió construir un palacio en el lugar como obsequio para su esposa María II de Portugal. ¡Eso sí que fue un regalo!
El lugar es simplemente maravilloso, con mosaicos fantásticos en sus paredes y vistas exteriores de la sierra de Sintra que te quitan el aliento. Aquí les dejo las últimas fotos que tomé de este viaje tan especial.