Mi Familia/January 4, 2017

¿Qué hacer cuando nuestros hijos nos necesitan y estamos ocupados en medio del trabajo?

¿Cómo atender a nuestros hijos para que no se sientan ignorados sin descuidar las responsabilidades laborales? Es un reto al que todas las mamás que trabajamos nos enfrentamos a diario.

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Hace unos días, estaba yo en medio de presentar el Noticiero Telemundo, y en un momento de comerciales vi que mi celular estaba vibrando. Era una llamada de casa, y me lancé a contestarla rápido pensando que podía tratarse de una emergencia.

Pues bien, quien llamaba era mi hijo Adrián, y la emergencia era que quería saber qué habría para cenar esa noche. Estaba alarmado porque no veía comida en la estufa ni movimiento de que se fuese a cocinar. Yo había estado de viaje de trabajo dos días, y me tocó ir del aeropuerto directo a Telemundo para hacer mis programas.

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Me pasó por la mente regañarlo por llamarme a esa hora precisa por un asunto que podía esperar, pero hice todo lo contrario. Traté de disimular lo tensa que estaba, pues apenas tenía un par de minutos de pausa comercial para hablarle.

Le dije “Mi amor, no te preocupes, esta noche te voy a llevar a ti y a tus hermanos a cenar algo rico después del trabajo. Quiero pasar un tiempo de calidad con ustedes porque los he extrañado mucho.” Y el me contestó “Ah, ok mami”. Sentí que se quedó tranquilo.

Cuando eran  más pequeños, y yo más inexperta, no siempre manejé la situación tan bien. A veces me frustraba, y eso se lo proyectaba a ellos. Me tomó tiempo entender esa dinámica, y hoy agradezco el haber evolucionado en esta área.

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Evidentemente, Adrián sentía una añoranza porque hacia ya un par de días que no me veía, y por eso me aseguré de validar su necesidad fisiológica primero porque, como es natural, a esa hora ya les pega el hambre. Pero, más importante aún, me aseguré de validar su necesidad emocional, porque ciertamente después de no verme por unos días, sentía necesidad de su mamá.

A veces, nuestros hijos no saben verbalizar esa emoción y nos dejan saber que nos necesitan preguntando cosas mundanas como ¿qué hay de comer?

Con esta manera de manejar el asunto pude:

1- Demostrar que ya tenía un plan de antemano, lo cual le dio seguridad.

2- Empezar la conversación diciéndole “mi amor”, lo que de plano le hizo bajar la guardia y sentirse querido.

3- Expresar que quería pasar un tiempo de calidad con él; así lo hice sentirse especial y se le quitó la ansiedad.

Claro, que ni yo ni las demás mamás podemos resolver el asunto sacando a los niños a cenar. La clave es la técnica que, aplicada con inteligencia, les provee el consuelo o seguridad que necesitan en el momento. Quizás no sea llevarlos a cenar pero sí tal vez, como lo he hecho en otras ocasiones, prometerles un tiempo juntos bien sea en la mesa o en la sala de casa. Y funciona de igual manera.

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