Uno de los mejores sitios para visitar en la bulliciosa ciudad de Estambul está debajo de la tierra y es un remanso de paz. Se trata de la Cisterna Basílica, que se construyó en el siglo VI para que la ciudad tuviera reservas de agua en caso de ser atacada y asediada por enemigos que intentaran envenenar el agua.
Para nosotros fue una sorpresa descubrir este mundo subterráneo. Igualmente, nos ayudó a refrescarnos del intenso calor del verano en esta ciudad. Gracias al agua, la temperatura allí abajo es como 10 grados Fahrenheit menos que en la superficie. Además, la luz tenue y la suave música de fondo hacen que se respire mucha tranquilidad.
El paseo turístico se hace por unas pasarelas que van por encima del agua. Estas pasarelas fueron colocadas a finales del siglo XX, ya que anteriormente el paseo se hacía en barquitos.
El nombre de la Cisterna Basílica se debe a que se erigió sobre una antigua basílica que ya no existe. Se utilizó hasta el siglo XIV y fue restaurada en el siglo XIX. Cuenta con 336 columnas de estilos variados, ya que fueron reutilizadas de antiguas estructuras y monumentos.
Las columnas que más nos llamaron la atención fueron dos que tienen como base una cabeza de Medusa, el ser mitológico que convertía en piedra a quien la mirara. Por eso, las caras no están derechas sino de lado y boca abajo, para que uno no mire a Medusa de frente.
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