La primera vez que visité Barcelona, hace muchos años atrás, me quedé con las ganas de visitar el parque más famoso de la ciudad. Por eso, esta vez ¡no me lo quise perder por nada del mundo!
El Parque Güell de Barcelona es tan popular, que el boleto de admisión te dice a qué hora puedes entrar. Es una forma muy eficiente de controlar el flujo de visitantes. El boleto es como el “fast-pass” o pase rápido de los parques de diversiones, que te informa una hora específica en la que puedes regresar sin necesidad de hacer fila. Me tocó entrar cuando ya había caído el sol y estaba un poco nublado, y por eso los colores de los mosaicos no se apreciaban tan brillantes.
Como dice una página web sobre los encantos de Barcelona, el parque debe su nombre a Eusebi Güell, un rico empresario apasionado por las obras del arquitecto Antonio Gaudí, quien actuó como su principal mecenas. Aunque la idea principal era la construcción de un conjunto residencial de lujo, con el paso de los años esta idea fue abandonada y en su lugar, se construyó este precioso parque que tiene las mejores vistas de la cuidad y es digno de un cuento de hadas.
¿Qué lo hace tan especial?
Al mejor estilo de Gaudí, el parque está cubierto por edificaciones con formas onduladas, columnas con aspecto de árboles, figuras de animales y formas geométricas. Muchas de las superficies están decoradas con mosaicos – hechos con trocitos de cerámica de colores.
El punto central del parque es una gran plaza en la que se encuentra un enorme banco de 110 metros de longitud, con apariencia de serpiente recubierta por pequeñas piezas de cerámica. Allí, la multitud corre a retratarse. ¡Es que desde allí se toman algunas de las fotos más reconocidas de Barcelona!
Espero disfruten las fotos que tomé ¡con la intención de captar tanta belleza para ustedes!