La verdad es que para volar al centro de una de las tempestades más feroces de la naturaleza, hay que tener estómago de acero. Esta fue la misión del equipo de pilotos y metereólogos para el huracán Matthew. ¿Por qué lo hacen? Su trabajo es de extrema ayuda para hacer una inspección visual del fenómeno y recabar datos meteorológicos en vivo.

¡La locura es llegar al interior! Hacerlo requiere de mucha pericia y experiencia porque no se puede ingresar al huracán directamente a través de la pared de agua, hay que acompañar el movimiento de rotación del mismo, pero al revés. O sea, los huracanes se desplazan en contra de las manecillas del reloj —en el hemisferio sur— y la única forma de entrar en ellos es yendo a favor de las manecillas volando en círculo, de forma que se va disminuyendo el diámetro en la medida que el aparato se aproxima del centro.

¡El ingreso puede llegar a durar horas! Al ingresar, se siente rápidamente el cambio brusco de ambiente. La turbulencia puede llegar a ser tan fuerte que si no llevasen los cinturones de seguridad, estarían rebotando por toda la cabina. ¡Siente la experiencia mirando el siguiente video!