Durante siglos, los sultanes otomanos engalanaron las colinas de Estambul con mezquitas que resumieran en belleza su poder político. Por eso Suleimán el Magnífico mandó a construir un imponente complejo religioso que llevaría su nombre, que hasta el día de hoy constituye uno de los monumentos más conocidos de esta gran ciudad.
En sus alrededores se encuentra sepultado Suleimán, y a unos pasos de su tumba descansan los restos de su amada Hürrem, la sultana de su corazón, que llegó al palacio como esclava y terminó convertida en la mujer más poderosa del imperio otomano.
La mezquita de Suleimán fue construida entre los años 1550 y 1557 y al día de hoy es una de los ejemplos más importantes de la arquitectura otomana.
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