Hoy en día es muy fácil caer en la tentación de la practicidad que aporta la tecnología y comunicarte con tus hijos a través de textos y correos electrónicos, pero absolutamente nada sustituye el poder de la palabra, el compartir frente a frente y dialogar.

Conversar regularmente con tus hijos desde temprana edad no sólo les va aportando códigos de valores y de conducta de la familia, sino que también los ayuda a saber expresarse delante de los demás y poder exponer claramente sus ideas.

Es importante también conocer lo que tu hijo piensa del mundo y de sí mismo, las opiniones que tiene acerca de ti y cómo se relaciona con sus compañeros de la escuela. Esto será una de las bases fundamentales para su desarrollo como adulto.

Me gustaría compartir contigo estos 3 consejos que a mí me han ayudado mucho a la hora de conversar con mis hijos:

Escucha

Cuando ellos quieran conversar, deja lo que estás haciendo. Si en realidad no puedes en ese momento, prepara el momento adecuado lo antes posible para que les puedas dar toda la atención que necesitan. No les lleves la contraria ni te exaltes por lo que te cuenta. Mantén la ecuanimidad y déjales saber tus puntos de vista de la misma manera. Eso es dialogar. Sólo de esa forma garantizas que siempre se sientan seguros de venir a ti incluso en los momentos más difíciles.

Respeta

Siempre recuerda que es un diálogo, no un interrogatorio. Si ves que evaden un asunto, no sigas insistiendo con más preguntas de ese punto. Únicamente lograrás que se cierren y se alejen.

Comprende

Cuando tus hijos confían en ti, y ven que los apoyas aunque cometan error tras error, ellos se sienten aliviados, inspirados y recargados, en vez de culpables o que son una fuente de decepción. Recuerda que cuando son jóvenes o chicos, no tienen el nivel de madurez para prevenir las consecuencias de sus acciones. Es por eso que cada vez que fracasen o triunfen en sus quehaceres, tú debes estar allí, ¡comprensiva y alentadora!